miércoles, 6 de junio de 2012

Como cenizas bajo la leña

En mi ciudad, cuando llueve...
no llueve mucho.
De pequeño me decían
que cuando llovía, Dios lloraba;
y puede que sea verdad, no lo sabía.
Pero me alegró el que hubo años
en los que lloró muy poco.

En mi ciudad, no llueve mucho;
y hay veces que a la garúa invernal
nos aferramos fuerte a la idea
que pasará pronto...
Quizás son esos días en los que uno
aprende a soñar en un mar de copas.

En mi ciudad, casi siempre esta nublado.
He ahí cuando hace calor, pero no llueve mucho;
y a veces no acostumbra a llover, lo sé.
He crecido aquí y estoy más tranquilo
ahora que sé, que nadie nos llora.
Dios nos escupe desde su trono.

R.A.